27 diciembre 2012

"En un fragmento de Lettrines (que Días Contados publicará el año que viene con el título de Capitulares), Julien Gracq arremete contra la arquitectura contemporánea por haber desterrado de todas las casas los desvanes y los sótanos, esos lugares quietos y misteriosos que antaño fueron los templos de la imaginación: “Todo permite pensar que unos símbolos del movimiento (ya tenemos la carretera y el automóvil) ocuparán el lugar de las ilusiones de los lugares cerrados, con cerrojo echado…”

Enrique Vila-Matas, Los viajes andados

1 comentario:

Glo dijo...

He leído algunos pasajes muy bellos de Gracq.

Ahora parece haberse puesto de moda meterse con los arquitectos. Así son los perros y los humanos: cuando saben débiles a sus congéneres, les muerden.

Pero ambos espacios fueron desterrados con toda justicia, pues además de albergar las cosas hermosas que cita Gracq, solían ser el destindo de los miserables, como Gloria Fuertes, que nació en "una chabola a ras de tejado".

Gracias al esfuerzo de los arquitectos (un esfuerzo que ni se imagina) la ciudad es mucho menos mierda de lo que la sociedad querría. Pues ya lo decía Javier Carvajal: "les pedirán gato, y ustedes deben dar liebre".