12 septiembre 2017

(hoy hace 14 años que mi madre se murió de repente)



"Si muriera mi madre de repente. Mi madre se está muriendo ya. Mi madre se olvida de cosas y se olvida de palabras fáciles. Mi madre está en el pueblo, sé que está allí, hablo con ella por el wasap, sé que está bien, que se va a jubilar, que empieza una nueva etapa, que se va de vacaciones, que los nietos bien, que mi hermana bien, que mi padre bien, con sus cosas, pero bien, que mi abuela mal pero es que mi abuela tiene 88 años. Mi madre tiene 62. O 64. No sé la edad de mi madre. Si se muriera de repente sí sabría la edad a la que se muere. Me pregunto qué se siente cuando se te muere una madre, no una madre, la madre, tu madre, cuando se muere aquello de donde vienes, el estómago, el útero, el cordón umbilical de sus manos en las tuyas, de su olor al abrazarte, hola hijo, qué tal el viaje, ten cuidado. No quiero que mi madre se muera, pero se morirá, como se murió la madre de mi padre, como se murió el padre de mi madre. Imagino una llamada de mi hermana, se ha muerto mamá. No puede ser. Mi madre me hacía un vaso de leche caliente por la noche cuando la despertaba a las 2 de la mañana, mi madre me llevaba al médico, mi madre me limpiaba el cuerpo, me vestía, me ataba los cordones, me daba la mano para cruzar la calle, me besaba las heridas, me cantaba canciones aunque decía que no sabía cantar. Quiero mucho a mi madre. Cuando ella muera mi vida será parte de su vida. Mi madre vivirá en mí. Ahora mi madre vive en ella, en su cocina, en su ir a misa cada tarde, en su sentarse al lado de su madre por la noche para que se tome las pastillas, en su regañar a mi gata, en su enfadarse con mi padre. Mi madre tiene su vida y sus varices en las piernas. A mi madre le gusta la limpieza y le gusta el orden, quita los pelos de la cama de uno en uno, barre las pelusas del salón de una en una, le pedía a los médicos que le apuntaran las cosas que decían porque si no se le olvidaban. Mi madre no es de mucho recordar, es de mucho sentir, de mucho querer, de mucho pararse a hablar de cualquier cosa con cualquiera. Cuando mi madre muera, mi madre seré yo, de pronto tendré un gesto, una forma de poner la mesa o una forma de peinarme que me recordará a ella, y ella será ese gesto y ese peinarme, esa mitad de mí será mi madre y cuando hable y no recuerde bien algunas cosas sabré que es mi madre quien no se acuerda bien, y sonreiré, y pondré mi mano en el pecho y diré hola, mamá, qué bien tenerte cerca, te quiero mucho, gracias por estar aquí, en mí, gracias por todas estas células, gracias por el temblor de manos que es tu temblor de manos, gracias por mirar el mundo con mis ojos, gracias por serlo todo para mí, gracias por escuchar mis poemas en la cocina, gracias por escuchar mis cosas en el dormitorio mientras planchas, gracias por enseñarme lo que consideras que está bien, gracias por intentar solucionar mis problemas, por hablar con los profesores, por darme medicinas, por cambiar mis sábanas cuando me hacía pis en la cama, gracias por llevarme a la peluquería, gracias por hacerme los disfraces del colegio, gracias por alabar todos mis dibujos, todos mis poemas, todos mis libros, gracias por abrazarme cada vez que quieres abrazarme, gracias por darme toallas limpias, gracias por los millones de veces que has comprado carne para mí, pescado para mí, gracias por obligarme a comer tantas verduras, gracias por la piel, por la sonrisa que es mi sonrisa, por tu nariz que es mi nariz, gracias por decirme hijo mío. Mamá mía."


Manuel del Barrio Donaire

06 septiembre 2017

tuit

todo en mí es ansiedad y (pésima) microbiota: magnífico resumen de mi insignificancia.