21 febrero 2014

"Cuando regresó [José Bergamín] definitivamente a España, tras un exilio que se prolongó hasta 1970, alquiló un modesto ático sin ascensor en la plaza de Oriente, al que subía a diario recitando un soneto. Repartía los catorce endecasílabos entre los escalones y descansillos de modo que el último verso coincidía con el momento exacto en que giraba la llave y abría la puerta. El soneto era siempre distinto, y causaba admiración su excelente memoria, capaz de recordar miles de versos, y rostros, e imágenes de infancia."

Jesús Marchamalo, 39 escritores y medio

2 comentarios:

Glo dijo...

Me has hecho volver a mis lejanísimos, remotos, prehistóricos años en La Latina. Me recuerdo aspirando a las mismas cosas y no me reconozco.

shichimi dijo...

el poder del ritmo.
subes escaleras, resistes en una celda o cosechas algodón.
y se nos olvida.