27 noviembre 2015

weirdo

aporrean la puerta. ¿será la loca? no, es el hombre que lee el contador del agua. entra cauteloso, 'no sabía si vivía alguien en esta casa', me dice. y empiezan mis justificaciones sobre la fachada llena de grafitis, la puerta destrozada, el timbre que no funciona... me mira de arriba abajo: una mujer ca(r)nosa y grande en pijama, sola, con pelos de león despeinado y cara de sueño le está contando un rollo y él sólo quiere leer el contador y largarse.

algo que me dijeron el otro día me hizo pensar que quizá soy la rarita, la vieja loca solitaria que hay en cada barrio, en cada pueblo, encerrada en su ruinosa mansión.
estupor: nunca pensé que encajaría en esta categoría. y no sé si me gusta, es lo que hay.

en mis clases de inglés (casi mi única incursión semanal con gente) soy la polémica, la que lleva la contraria, la que ríe sin ton ni son y canturrea, la que se muerde la lengua ante las gilipolleces que oye en boca de sus compañeros, la harapienta.

la soledad de los excéntricos.
¿dónde os metéis, estrafalarios del mundo?
¡cómplices, salid de vuestras casas! (os necesito.)

4 comentarios:

silbante dijo...

Canturrear y morderse la lengua, me suena. Con frecuencia anhelo estar dentro de una campana de cristal, como las de los quesos. Canturrear va bien, a veces, porque hay tantos que hablan solo porque tienen boca y porque además evade y relaja
Me sonrío leyendo tu llamamiento y cómo describes (:
Yo seré una vieja bicho palo con su quesera.
Un abrazo, arponauta

shichimi dijo...

hola, ola, compañera, bienvenida al club!
;-P

Anónimo dijo...

Bueno, en tu parte ermitaña hay un poco de pose: conmigo no quieres quedar ni a tiros. Aunque igual es que simplemente no te apetece.

Muac!

Jj

Rita dijo...

presente!