No tienes que ser buena.
No tienes que atravesar el desierto
de rodillas, arrepintiéndote.
Solo tienes que dejar que ese delicado animal
que es tu cuerpo ame lo que ama.
Cuéntame tu desesperación y te contaré la mía.
Mientras tanto, el mundo sigue.
Mientras tanto, el sol y los guijarros cristalinos
de la lluvia avanzan por los paisajes,
las praderas y los árboles frondosos, las montañas y los ríos.
Mientras tanto, los gansos salvajes, que vuelan alto
en el aire azul y puro,
vuelven nuevamente a casa.
Seas quien seas, por muy sola que te sientas
el mundo se ofrece a tu imaginación,
y te llama, como los gansos salvajes, chillando con excitación
— anunciando una y otra vez
tu lugar en la familia de las cosas.
Mary Oliver, Dream Work, 1986
[vía y gracias a Silvia.]
4 comentarios:
Hasta los gansos salvajes necesitan un lugar al que poder volver. Una ruta grabada en el subconsciente a un sitio al que, al falta de una palabra mejor, llamamos hogar.
Hace unos días los sentí pasar sobre nosotros.
Me encanta el final, la idea de que hay un lugar también para una en la familia de las cosas :)
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