A los cincuenta me nacieron alas.
Dejaron de pesarme los senos
y los pensamientos que cargaba desde niña.
A las alas les enseñé a volar
desde mi mente que había volado siempre,
y comprobé desde el aire
que mientras yo anduve dormida tantos
años
alguien trabajaba afanosamente
recogiendo plumas para hacer esas alas.
Tuve suerte de que cuando estuvieron
hechas
me encontraron despierta en el reparto.
Begoña Abad, Cómo aprender a volar
3 comentarios:
<3
Qué sencillo lo hacen algunas personas y qué duro las tenemos las que seguimos atadas a la puñetera superficie terrestre.
(Sure!) (:
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