"Rainer Maria Rilke escribió que la verdadera patria del hombre es la
infancia. Frente a la idea de la infancia como un mero estadio de
transición hacia el estado adulto, el poeta alemán postula la autonomía
radical de la infancia. Aún más, la ve como un estadio superior de la
vida, como esa patria a la que antes o después es necesario volver.
George Bataille dijo que la literatura es la infancia recuperada; George
Braque, que cuando dejamos de ser niños estamos muertos; y J. M.
Barrie, el autor de Peter Pan, que los dos años son el principio del fin. (...)
La educación debe tener un contenido romántico. Se educa al niño para
decirle que en este mundo, por muy raro que pueda parecer, es posible la
felicidad. Educar es ayudar al niño a encontrar lugares donde vivir,
donde encontrarse con los otros y aprender a respetarles. Lugares, a la
vez, de dicha y de compromiso. Donde ser felices y hacernos responsables
de algo. Blancanieves huye al bosque, se encuentra con la casa de los
enanitos y pasa a ser una más en su pequeña comunidad; Ricitos de oro,
al utilizar los platos, sillas y camas de los osos se está preguntando
sin saberlo por su lugar entre los otros. Una casa hecha para escuchar a
los demás y estar pendiente de sus deseos y sueños, donde hacernos
cargo incluso de lo que no entendemos, así deberían ser todas las
escuelas. (...)"
Gustavo Martín Garzo, El País, 26 de agosto de 2012
1 comentario:
El artículo es genial todo entero.Claro, que el tema me encanta, no puedo estar más de acuerdo.
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