"Cuando regresó [José Bergamín] definitivamente a España, tras un exilio que se prolongó hasta 1970, alquiló un modesto ático sin ascensor en la plaza de Oriente, al que subía a diario recitando un soneto. Repartía los catorce endecasílabos entre los escalones y descansillos de modo que el último verso coincidía con el momento exacto en que giraba la llave y abría la puerta. El soneto era siempre distinto, y causaba admiración su excelente memoria, capaz de recordar miles de versos, y rostros, e imágenes de infancia."
Jesús Marchamalo, 39 escritores y medio
2 comentarios:
Me has hecho volver a mis lejanísimos, remotos, prehistóricos años en La Latina. Me recuerdo aspirando a las mismas cosas y no me reconozco.
el poder del ritmo.
subes escaleras, resistes en una celda o cosechas algodón.
y se nos olvida.
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