salgo de casa y me saluda el barrendero que no para de barrer miles de hojas caídas. le digo que, si por mí fuera, no tendría que barrerlas, que me gustan los suelos llenos de hojas. mañana más de lo mismo, se despide él.
de camino al metro me saluda una de las dos vecinas que asistió a la incineración de la abuela y se para y me pregunta cómo estoy mientras yo intento recordar su nombre. Azucena, creo, sí. Azucena.
(el 20 de noviembre me di cuenta a las ocho de la tarde de que ese día hacía un año que la abuela había muerto. me sentí repentinamente tan culpable y tan angustiada de no haberlo recordado desde por la mañana que torpemente recé un padrenuestro que inventé en su cuarta parte. te debo una misa, abuela, lo sé, perdona mi desidia atea.)
sonrío mientras me aproximo a la boca del metro: porque no soy invisible he sido abordada amablemente por dos extraños en menos de diez minutos.
sol y frío.
en el metro, alguien canta a la guitarra Fina estampa. me sobreviene la imagen de mi madre como un rayo, junto a María Dolores Pradera: mamá le hubiera dado dinero, eso hago. ahora siempre llevo monedas sueltas en el monedero para todas las personas que piden en los vagones, cada vez más, varias por cada trayecto. ayer pedía un chaval que lloraba. me pregunté si fingiría su llanto. su trabajo consiste en dar pena, llorar lo máximo posible para dar más pena. o llora sin más porque no puede hacer otra cosa. qué mierda de mundo.
el panorama sigue empeorando al llegar al centro, cada día cruzo Preciados y Sol para llegar a mi trabajo y soy asaltada (¡obvio, he resultado no ser invisible!) por encuestadores, mendigos, captadores de ONGs, guiris... es difícil ir despacio, los abordajes son aún mayores.
cómo me duelen las rodillas.
¿qué hago yo aquí? es hora de dejar Madriz, me digo agobiada.
las náuseas, el virus, mi dolor de tripa: compañeros de toda la semana.
2 comentarios:
mi madre hace lo mismo, siempre lleva monedas sueltas para cualquiera que le pida algo. y cuando se le acaban, hasta se disculpa por no dar, dice que ya se le acabaron.
en madriz se arruinaría...
Debe ser que te asaltan porque te ven cara de buena persona...a mí no me ocurre jeje
Eso si, en el metro muchos días veo gente pidiendo...
Un abrazo mujer visible!
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