"Una de las aficiones de KATHERINE MANSFIELD (Kathleen Beauchamp, neozelandesa, 1888-1923) consistía en ensayar modos de llamarse ―Katia, Kathia, Yekaterina, Katia, Katinka, Tig, Wig, Mouse― quizás para librarse de la presión insoportable de tener, y ser tenida, por un nombre."
Anna R. Ximenos, Interior azul
6 comentarios:
Katia...Yekaterina...esos nombres los tengo asociados a "La Casa Rusia". Me gustó el libro. Me gustó aún más la película por esas imágenes de una decadente Lisboa con sus casitas de colores...
Una mujer...ser tenida sólo por un nombre? qué reduccionista, no?
En todo caso, decir un nombre y que ese nombre contenga tantas palabras dentro de él... todas referidas a su propietaria, claro.
"ser tenida", ¿significará algo así como "ser poseída"?
Mmmmmm....si no te nombran , no eres. Ahora bien, en cómo te nombren serás de un modo u otro. Quizá no quería ser de un sólo modo...
Besos.Lenteja
Pobre Katherine Mansfield. Tuvo que ser espantoso sufrir la enfermedad que la consumía por dentro.
Saludable hábito deshacerse un poco del pernicioso hábito del nombre propio.
genial.
Lo que hago yo a veces es repetir mi nombre rápido hasta que empieza a resultarme extraño. O se convierte, como monja, en jamón.
prófuga.
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