13 marzo 2013

"El deseo que surge de la alegría, en igualdad de circunstancias, es más fuerte que el deseo que brota de la tristeza."

(Spinoza, Ética, parte cuarta, proposición XVIII)

John Berger, El cuaderno de Bento
[traducción de Pilar Vázquez]

6 comentarios:

Jam lo intenta dijo...

verdad como un templo

chris dijo...

Entonces toca mirar al mar...

alicia dijo...

Amén.

Qué belleza.

Moooooola.

Tres estilos para un solo deseo.

Paloma Peña dijo...

Si al deseo, proceda éste de donde proceda y con la fuerza que lo haga, no le sigue la acción para alcanzar la felicidad, éste queda como algo estúpido y sin sentido (interpretación libre de La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez, de José Antonio Marina)

Lenteja dijo...

Mmmmm .... lo que pasa es que la tristeza siempre ha sido objeto de más literatura y tiene como mejor prensa y prestigio artístico...pero qué quieres que te diga, si cuando te enamoras como una cordera te pones contenta,( por algo será no?)vamos digo yo... ;)
Besos.Lenteja

Glo dijo...

He intentado ponerme un ejemplo cotidiano.

Si me asomo a la ventana y compruebo que el día es bueno, y me da alegría, o malo, y me produce tristeza... pero no me sirve, porque son distintos el deseo de salir a dar un paseo o de leer un libro.

Así que debo empezar por el final: desear la misma cosa partiendo de la alegría y de la tristeza. Deseo comerme esta manzana porque, después de tanto esperar, por fin ha madurado; o porque tiene un golpe y si no me la como ahora, se estropeará... Pero es demasiado trivial.

Supongo que Spinoza, como buen sacerdote, se refiere a cosas de Dios: deseo el cielo porque me asusta el infierno, o deseo el cielo porque amo a Dios.