03 abril 2016

"Pero los cuentos no solo son importantes por las enseñanzas que contienen, sino porque prolongan el mundo de las caricias y los besos de los primeros años de la vida y devuelven al niño al país indecible de la ternura. Paul Valéry dijo que la ternura era la memoria de haber sido tratados con atenciones extraordinarias a causa de nuestra debilidad. Ningún niño se olvida de esas atenciones. Ellos siempre buscan un lugar donde guarecerse, y el adulto levanta para ellos con cada cuento un lugar así. Da igual de qué traten, al sentarse a su lado en la cama lo que le dice al niño es que siempre estará allí para ayudarle. Tal es el mensaje de los cuentos: no te voy a abandonar. Un cuento es una casa de palabras, un refugio frente a las angustias que provocan
las incertidumbres de la vida.

(...)

Los cuentos escapan a esa limitación, se abren a otros tiempos y otros lugares, su mundo es transhistórico. Por eso sus personajes son eternos peregrinos, como el alma de los niños. "Alma se tiene a veces. / Nadie la posee sin pausa / y para siempre", escribe Wislawa Szymborska. El poder de la poesía es dar cobijo a esa alma que busca un sitio donde pasar la noche antes de volverse a marchar. Y es en los cuentos de hadas donde se narran, de una forma más pura, esas andanzas del alma." 


Gustavo Martín Garzo, Una casa de palabras
El País, 8 de enero de 2012
[vía librosfera]

3 comentarios:

sfer dijo...

:-)

silbante dijo...

Ay, arponauta, no imaginas lo bien que me ha venido que trajeras esto aquí y leerlo en este momento. Después de un día gris mierder, toda esta luz de repente. ¡Qué bonito! Te besaría. Muchas gracias (:

selestar dijo...

Para algunos, la literatura fue el único vínculo libre de soledad en la infancia, ergo de la locura. Bonitas palabras para los que vivieron el lujo de escuchar un cuento en la cama.