sigo robando sistemáticamente jazmines
a un/a vecino/a desconocido/a cada vez que salgo a la calle (y no
salgo todos los días). a veces los robo con Nico, la mayoría de las
veces sola. los pongo flotando cual nenúfares en un cuenco que
fabricó Camille. y por las noches, cuando la luz eléctrica me hace
perder momentáneamente el poco sentido del sinsentido la casa se
llena de olor de infancia, de veranos que no recuerdo, de mi madre y
todas las flores que robó en su vida.
tengo heridas en los labios y cada
sorbo de limonada escuece como fuego (fatuo).
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