"A los cuarenta, por primera vez la vida que uno vivía, siempre provisional, se había vuelto la propia vida, y esta coincidencia excluía todos los sueños e igualaba todas las ideas de que la vida real, aquella a la que uno estaba destinado, aquello grande que uno iba a acometer, estaba en otro lugar. A los cuarenta uno entendía que todo estaba allí, en lo pequeño y lo cotidiano, ya formado, y que siempre sería así, si uno no hacía algo. Apostar una última vez."
Karl Ove Knausgård, Un hombre enamorado
[traducción de Kirsti Baggethun y Asunción Lorenzo]
3 comentarios:
¡Qué miedo! Espero no tenga razón...
jj
ay, el luterano de Karl Ove!
;-)
zaska!
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