Para conservar algún destello de salud mental, los exagerados tienden a rodearse de gente que les pone un cerco a sus exageraciones, ya sea a fuerza de carcajadas o a fuerza de explicaciones. Lejos de ofenderse, los exagerados esperan ese límite, esperan que alguien conjure la catarata de ridiculeces que se les ocurre por segundo. La exageración desbocada ahoga y se alimenta a sí misma como un monstruo sobrenatural.
Pocos saben el esfuerzo diario que los exagerados llevan a cabo todos los días para vivir en sociedad ni todo lo que callan antes de confesar eso que les ha acicateado la mente durante horas. Paradójicamente, es el exagerado el que más sabe de autocontrol pero no lo dice porque teme estar exagerando. No hay exagerado que no piense que es él el más exagerado del planeta. Tampoco lo dice, salvo que haya encontrado algún modo de expresión que le permita decirlo como quien no quiere la cosa, decirlo mientras parece que está diciendo, en realidad, otra cosa."
del blog de mínima presunta
[ayer Chi me mandó este texto como sutil beso-guiño de buenas noches.]
2 comentarios:
Está muy bien ese beso de buenas noches.
Entonces, ¿podemos reirnos de las exageraciones de los exagerados para ponerles límite sin que se ofendan o se sientan heridos?
Lo haré, pero poniendo cuidado.
;)Je je
Besos.Lenteja
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