18 diciembre 2013

(a veces creo que tengo alma, Dowland lo consigue hoy durante unos minutos)


"Me gusta que no hagamos las cosas que no hacemos. Me gustan nuestros planes al despertar, cuando el día se sube a nuestra cama como un gato de luz, y que no realizamos porque nos levantamos tarde por haberlos imaginado tanto. Me gusta la cosquilla que insinúan en nuestros músculos los ejercicios que enumeramos sin practicar, los gimnasios a los que nunca vamos, los hábitos saludables que invocamos como si, deseándolos, su resplandor alcanzase nuestros cuerpos. Me gustan las guías de viaje que hojeas con esa atención que tanto te admiro, y cuyos monumentos, calles y museos no llegamos a pisar, fascinados frente a un café con leche. Me gustan los restaurantes a los que no acudimos, las luces de sus velas, el sabor por venir de sus platos. Me gusta cómo queda nuestra casa cuando la describimos con reformas, sus sorprendentes muebles, su ausencia de paredes, sus colores atrevidos. Me gustan las lenguas que quisiéramos hablar y soñamos con aprender el año próximo, mientras nos sonreímos bajo la ducha. Escucho de tus labios esos dulces idiomas hipotéticos, sus palabras me llenan de razones. Me gustan todos los propósitos, declarados o secretos, que incumplimos juntos. Eso es lo que prefiero de compartir la vida. La maravilla abierta en otra parte. Las cosas que no hacemos."

Andrés Neuman, Hacerse el muerto

5 comentarios:

chris dijo...

qué cálidas resultan las "cosas que no hacemos"... y qué dulce cuando al fin se lleva a cabo alguna, no?

:-)

Glo dijo...

Este texto me ha hecho recordar "El pensamiento vivo de Séneca", de María Zambrano.

Vir dijo...

Jaja, estuve a punto de postearlo ayer! ;-)

Anónimo dijo...

... jo, no he podido evitarlo. Lo tenía en la cabeza desde de tu declaración de incondicionalidad patateril. Besitos. Piedra ;)

http://www.youtube.com/watch?v=UMZTftg0hiA

Anónimo dijo...

Gracias por compartirlo