28 octubre 2013

mi madre y las ardillas

estos días sueño a menudo que vivo en casa de mis padres (una casa que no es la auténtica casa familiar) y sin embargo me desconcierto, en mi sueño, porque sé que tengo una casa propia pero no recuerdo ni dónde está ni por qué no la habito.
está claro que es mi miedo a tener que dejar probablemente mi casa lo que me lleva a soñar esto casi cada noche. y me pregunto por qué me aterra dejar una casa que apenas siento como mía en una ciudad que no es mi lugar.

y cada vez más a menudo me vienen a la cabeza pequeños recuerdos de un pasado que me parece impropio: yo, la amnésica de tan buena memoria, recuerdo cosas nimias e intrascendentes, como la primera vez que oí a los Smiths en un tren hacia París en una cinta grabada por Ramón, o cómo eran mis desayunos de pan gallego recién hecho y mantequilla casera en los veranos de mi adolescencia, o mis botas de agua amarillas cuando recogía fresas en Escocia o...
me gusta recordar que existió otra persona tan real o más que la actual, otra que fui yo. qué vértigo. que no sólo existe la abrumadora y dolorosa realidad de esta que soy yo ahora desde hace unos años, este yo gris y sin sueños.

recordar es otra forma de soñar.

y hoy recuerdo (recuerdo ficticio pues yo no estaba allí) a mi madre desayunando cada mañana en el Retiro, compartiendo su pan con las ardillas descaradas que solían vivir en ese parque hace años. y me pregunto qué soñaría mi madre, qué desearía, qué sentiría, mi madre como mujer, la mujer llamada Alicia, una mujer que no conocí, que no voy a conocer jamás.
y sí, quizás no estemos tan lejos mi madre, las ardillas y yo, quizás estamos sentadas en el mismo banco, esperando que se acabe el desayuno para levantarnos y sacudirnos las migas.

6 comentarios:

alicia dijo...

Tienes que pasearte más por el Retiro, Arpo. Solían y suelen. Por la Cuesta de Fernán González (subiendo hacia el Ángel Caído), se te cruzan de forma intermitente las ardillas recordando que siempre es tiempo de levedad y posibilidad de seguir subiendo a los árboles y huir de lo grande... Hermoso texto, compañera. Abrazoso.

arponauta dijo...

¡oh, pensé que ya no quedaban ardillas en el Retiro! :-)
abraz-osa, Ali querida.

Anónimo dijo...

pero por qué tienes que dejar tu casa?
farala

Anónimo dijo...

tristemente hermoso, como una canción de the smiths.
prófuga.

arponauta dijo...

farala, porque no puedo pagar la hipoteca, me quedan muy poquitos ahorros. de momento es un miedo con visos de ser muy real.

la mujer del sombrero de ala ancha de caracol dijo...

Londres está lleno de ardillas y de zorros que te miran a los ojos si los admiras, como yo.
Cada noche sueño lo mismo, exactamente lo mismo. Sueño que me marcho otra vez de España, que despido a mi familia, que hago de nuevo la maleta y de nuevo otra noche y otra noche y otra noche.
¿Cuantas veces me he marchado ya?
A veces me angustio, como hoy, porque no tenía suficientes medicinas para la epilepsia, pero ahora, sin embargo, no llueve.